Global | Un escenario entre lo cíclico y lo estructural

El panorama es particularmente incierto, por conjugar desaceleración con desinflación, resaca de dos shocks mayores (COVID y guerra en Europa) y tendencias cíclicas divergentes entre las tres grandes economías globales.

Puntos clave

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• Todo ello en un contexto de cambios estructurales de impacto aún difícil de evaluar, pero de importancia indudable: agitación geopolítica, concienciación acelerada sobre cambio climático, contracción demográfica y resiliencia de los mercados de trabajo, entre otros.
• En Estados Unidos, el consumo y el empleo parecen aguantar mejor de lo previsto el tensionamiento de la política monetaria, y posiblemente se evite una recesión que antes se preveía para principios de 2024.
• En Europa, la desaceleración no es tan fuerte como en China, pero el sector manufacturero sigue viéndose afectado por la debilidad del comercio con Asia y los aumentos de costes, y aunque los servicios han resistido mejor -sobre todo los ligados al turismo-, también apuntan a una desaceleración rápida.
• Tanto la Fed como el BCE han alcanzado probablemente sus máximos en tipos de interés, pero se están centrando ahora -parece que con éxito- en convencer a agentes y mercados de que se mantendrán esos niveles durante bastante tiempo.
• Cabe esperar un aterrizaje suave de la economía global en los próximos trimestres, con un crecimiento mundial muy similar en 2023 y 2024 (2,9% y 3%, respectivamente). Una cierta normalización de crecimiento e inflación y, más tarde, de los tipos de interés va a hacer falta de cara a los numerosos retos estructurales que nos presenta el futuro.

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